La lección del terco

Tomé como referencia a este tipo de persona, a saber, los tercos, porque considero que todos hemos tratado con alguna. Los dominicanos la definimos como “aquella persona que se coge con algo” o le decimos “el cabeza dura”.  El antiguo y ya poco conocido diccionario (si, conservo un diccionario Santillana y el clásico pequeño Larousse, lo uso cuando no quiero distraerme con Google.) define la palabra terco de la siguiente manera:

Terco: obstinado en exceso.

Obstinarse: mantener o sostener una opinión, actitud o decisión a pesar de cualquier razón en contra y, generalmente, sin fundamento.

Si has tratado con un terco, estas definiciones teóricas y formales las tienes bien claras. La experiencia enseña profundamente, más que la teoría. A estas personas, les he visto luchar incansablemente cuando se proponen algo (cuando se cogen con algo). Es increíble la tenacidad con la que se aferran a sus propósitos. Waos, ¡Qué difícil es hacer cambiar de opinión a un terco!

El diccionario aplica esta cualidad también a los animales. Quienes hemos vivido en el campo, que buscamos agua en burro, sufrimos alguna vez, la frustración de no poder mover a un burro de lugar. (El caso de Balaam es un buen ejemplo Génesis 22:23-26) En los animales la terquedad estanca, en las personas actúa de forma contraria, les lleva a no tenerse hasta alcanzar lo que quieren.



El problema es que, generalmente, la firmeza de los tercos, ese nivel de resistencia, constancia y perseverancia a pesar de todo lo que tengan en contra, es sin fundamento. Se obstinan con personas y cosas que a la largan le harán daño, o que como dice el diccionario, no tienen lógica ni la base necesaria. A pesar de este mal, el terco nos enseña una lección que puede ser la clave de tu éxito.

Has pensando en ¿qué marca la diferencia entre alcanzar tus metas y no alcanzarlas?  ¿Qué haces o qué dejas de hacer para que ocurra una u otra cosa? En mi caso personal, te cuento que para el 2010 me propuse 13 mega metas, en ese momento, me parecían solo un sueño. Siete años después, me sorprendo porque solo me falta cumplir una de esas 13 mega metas.

Año tras año, trazaba un plan para alcanzar esas metas, muchas de ellas a duras penas las logré el año pasado. Tuve que esperar un largo tiempo para que el momento se diera y cuando se dio, puse todo mi empeño para no perder la oportunidad. Sin embargo,  deje de ser terca por esa meta que me falta y otras tantas que me propuse el año pasado y no las alcancé.

No  quiero tomar como lección las razones ilógicas e infundadas del terco cuando se propone algo, sino su actitud. Su tenacidad, persistencia, constancia y esfuerzo. Estas cualidades le vendrían mejor a una persona decidida, pero creo que la fuerza y la pasión del terco no la tiene nadie más. Es por eso, que te recomiendo ser un buen terco para alcanzar tus metas.

Ahora recuerdo a Gedeón (Jueces 6:11-16).  Tenía planes y había luchado por ellos con terquedad, sin embargo, no había alcanzado lo que quería, la liberación de su pueblo. Un día, el Ángel de Jehová fue a su encuentro, y le dio buenas razones para que luchara por su pueblo. Luego le dijo: “Ve con tu fortaleza, joven valiente y esforzado”. Este es el año de tener un encuentro con el Ángel de Jehová, para que él encamine tus planes y tu terquedad la transforme en buena voluntad, propósito y decisión.
Esas metas y planes que no has podido alcanzar, fuera de las circunstancias y los recursos que alegas no tener en el momento, a esas metas le falta tu buena terquedad. Tienes que tomar una de esas metas y “cogerte con ella”. Hacer esfuerzos incansables, luchar sin desistir, “pelear la buena batalla de la fe”.


Es mi deseo que alcances tus metas y puedas ser competentemente bendecido. 

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