Monserrate: el sendero de la vida
“No es más quién más alto llega, sino aquel que influenciado por la belleza
que le envuelve, más intensamente siente”
Maurice Herzog
Ya a las cinco de la mañana íbamos en el colectivo camino
a la calle 13. Treinta minutos después una carrera inesperada destapo mis
pulmones. Respiraba con dificultad, el aire estaba muy frio, pero trate de
seguir el ritmo para librarnos de los gamines (delincuentes) e indigentes del
lugar. Cuadras después nos empezamos acercar al cerro de Monserrate. Se veía
imponente, disimulaba su altura pero no su belleza y verdor. Pasamos la
Universidad de los Andes (la única universidad colombiana dentro de las 300
mejores del mundo), el museo quinta de Bolívar y al fin, nos encontramos frente
a las escaleras del largo camino a la cima del cerro de Monserrate.
Niños, jóvenes, adultos, ancianos, deportistas, gente común,
bogotanos, extranjeros… todos muy frescos iniciaban el recorrido. Sin embargo,
yo ya me sentía cansada. La carrera por los gamines me había despertado de mala
manera y tenía una idea errada del sendero, pensaba: -será fácil, hay hartos (muchos)
niños y ancianos, si ellos pueden, yo lo subiré rápidamente. Así comienzan las lecciones que me dejo Monserrate. En el
primer intento, los primeros años de vida, el primer trabajo, el primer
semestre de clases…la primera vez solemos tener una idea, una ilusión del
sendero de la vida que años después se aclara y nos permite ver la realidad.
A penas pase el punto de registro me derrumbe
mentalmente. Frente al mural de paradas me vi solo yo y el largo e inclinado
camino. 9 paradas, 2350 – 2500 metros de
altura, suspire y decidí ascender como caracolante el condor, disfrutaría del camino y trataría de ver ciertos detalles. Me
inspire con frases, yo misma me alimente de ánimo y cada vez que llegaba a una
parada mi sueño de verme en la cima me fortalecía. Recordé que la lucha en la carrera de la vida no es de
rapidez sino de resistencia, así que, me olvide del reloj y del tiempo.
Disfrute de la vista, de las rocas, las flores amarillas y rojas, los grandes y
bellos pinos, el cantar de los pájaros y el caminar de los transeúntes.
Te lo recomiendo, en el trabajo, en tus estudios, en la
vida, la mejor manera de ascender es olvidando un poco la presión del tiempo y
avanzar decididamente pero con la paz de Dios que sobre pasa todo
entendimiento.
En el camino percibí el propósito de los que subían: para
algunos romper un record o presumir de su altura pero para otros su propósito era
compartir, animarse y al son de la música sonreír. Entre tantos para algunos
elevarse era una pesada y prometedora responsabilidad pues en sus brazos, a su
lado o en sus hombros cargaban un hijo.
Para ellos llegar se coronaba con el compromiso de hacerlo en familia. Y
sin duda alguna, disfrutar de la bella vista de la ciudad de Bogotá era un
motivo para todos.
En la subida un tono de fondo nos acompaño todo el
camino. Era el eco de aquellos que se esforzaban por ascender, ese sonido de
respiración profunda, constante y agitada. Comprendí que quienes trabajan para
alcanzar sus sueños llevan un ritmo constante y su propia melodía. Activan la
circulación y siente el rápido palpitar del corazón, los sudores y dolores del
sacrificio. Viven emociones, caen pero se levantan para seguir adelante.
Otra curiosa realidad del cerro, es que en su ruta
existen dos paradas: hidratación y distracción. Las primeras son puntos de
ventas de líquidos para hidratarse y continuar. Las segundas son descansos
planos de venta de comida. Ofrecen cómodos asientos, comida de todo tipo y
hasta música para olvidar el trajín del camino hacia la cima. Distracciones que
te detienen y hasta te pueden sacar de ruta. En la vida pasa igual.
Trate de no distraerme, no preste atención a las ofertas
y continué hasta el falso túnel. Una parte del camino a 1480 metros de altura. Fue
decorado por caminantes con sus nombres y promesas de amor y amistad por
siempre. Es estrecho y de varios escalones cortos y continuos. Destila cierto
olor y ese domingo había muestras de que un caballo había pasado. Me anime con
los mensajes en la pared y proseguí. De hecho, las señales del camino advertían
con no detenerse en el falso túnel. Por ser angosto, detenerse impediría el
paso de otros y por ser falso detenerse resultaría
en un engaño y pérdida de tiempo. Ante los falsos túneles de la vida personal,
laboral o profesional: ¡No te detengas, camina solo un poco más!
Minutos después alce la vista y visualice “La Basílica
Santuario del Señor Caído de Monserrate”. Desde la ciudad ya había visto de
lejos aquella iglesia blanca, no podía creer lo cerca que me encontraba ahora.
En sus alrededores estaban descansando los caminantes que ya habían llegado.
Saludaban levantando sus manos para que sus compañeros los ubicarán. Allí vi a
mi familia que sonrientemente me esperaba.
Recorrimos la cima, un paraíso. La altura permitía ver
ampliamente la ciudad, las torres y el pico del nevado del Ruiz. Algunos ya se
preparaban para descender con inolvidables lecciones aprendidas. Todos los que
suben una cima en la vida, saben que no se puede esperar mucho tiempo para
seguir.
Descendimos en tres minutos y medio por el funicular. Rápidamente
estaba una vez más en mi punto de partida. Fue divertido pero no sentí nada
más. Lo rápido y lo que no requiere esfuerzo no te brinda lecciones ni
emociones verdaderas.
Subí con un pensamiento, baje con otros, diferente y más decidida a hacer realidad mis sueños.
PD: Cualquier camino que transites o montaña que escales puede
ser una inspiración para que alcanzar tus metas. No dejes pasar el momento,
comparte en un comentario tu experiencia. ¡Gracias!
“El camino hacia la cima es, como la marcha hacia uno mismo, una ruta en
solitario” Alessandro Gogna
Que linda reflexión, se ve como un lugar mágico!
ResponderEliminarUna experiencia motivadora.
ResponderEliminarLinda experiencia
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